Malena - CAPÍTULO XII Una Noche en la Discoteca
Pasaron
dos días y ya estaba de nuevo en la iglesia arrodillada en el confesionario.
Padre Miguel: A que depravaciones más te guio ese demonio.
Malena: La vida con Juan Manuel siempre es divertida, es una aventura.
Padre Miguel: Aventura, Un hombre mayor abusando de una casi niña, este mundo
está al
revés.
Malena: Esta historia si me da un poco de pena.
Padre Miguel: Habla!
Malena: Una noche fuimos a una discoteca con mi amiga la ex prostituta y
su esposo. Yo
siempre
me vestí igual, minifalda y escote, a Juan Manuel le gustaba que me vistiera
asi. Mi
vecina
también estaba vestida igual y todos nos miraban. El amigo nos dijo que un día
su
hermano
le pregunto que si no le daba celos que todos se cojan con la mirada a mi amiga
por su
manera
de vestir. El amigo respondió: No, mientras yo sea el dueño de esas nalgas.
Juan
Manuel
se rio, me estrujo las mías y dijo: Yo también que miren estas nalgas tan
lindas pero yo
soy
el dueño de toda esta mujercita linda. Lo besé en la boca con todo mi amor.
Padre:
Miguel, hipócrita, que insolencia creerse tu dueño.
Malena: Nos dieron una mesa privada, parecía una cueva. Estaba oscuro.
Pedimos bebidas y
brindamos.
Salimos a bailar cada pareja por su cuenta. El lugar era mágico, las luces, la
neblina,
la
música era espectacular, me gustaba estar ahí Juan Manuel. Nos besamos y
acariciamos,
sentir
su hombría me hacía mojar. Me pidió que me quite el calzón. Le pedí a mi amiga
para ir
al
baño juntas, fuimos y las dos nos sacamos nuestros calzones. Pasamos por la
barra y un
hombre
me hablo, me pidió mi teléfono, me dijo que era una reina, yo me reí agarré a
mi amiga
del
brazo y nos fuimos a nuestra mesa.
Padre Miguel: Eres una coqueta, sabía que este hombre te iba a convertir en
una ramera.
Malena: Juan Manuel me estaba observando parado fuera de nuestro
apartado. Estábamos los
cuatro
sentados cada uno al lado de su pareja. Juan Manuel le pidió a su amigo que
salga fuera
y
que no deje que el mesero se aproxime a la mesa. Mi amiga se quedó adentro y
Juan Manuel
se
sacó su miembro y me agarro del pelo suavemente y me hizo que se lo chupara, me
agarro de
sorpresa
casi a la fuerza, pero yo estoy dispuesta a chupársela siempre, después hizo
que me
sentara
en él dándole la espalda tenia a mi amiga frente mío, la vi metiéndose la mano
debajo
de
la falda mientras yo terminaba de sentarme en Juan Manuel, con los ojos
totalmente
volteados.
Juan
Manuel me decía al oído: Eres una coqueta, te voy a quitar lo coqueta. Que te
dijo ese
hombre”
Malena: Que rico, papacito, que rica verga tienes, me tienes presa. No
seas celoso no le prestes
atención…
solo a ti te quiero.
Mi
amiga no me daba tanta vergüenza pero ya no me importaba que otro hombre me vea
cogiendo.
El
amigo metió su cabeza al apartado, vio todo el cuadro erótico, llamo a su mujer
para afuera y
nos
dijo: Ya ni joden, que rico están cogiendo.
Me
saquee el sostén para que Juan Manuel pudiera acariciarme los senos. Me paraba
y me
sentaba
en él, moviendo mi cintura en círculos y el me embestía todo lo que podía. Me
tomó por
la
cintura e hizo que volteara, para estar frente a frente. Ahora, yo me lo metí
todo de un solo
golpe
mientras él me chupaba los senos, yo era una loca cogiendo y mordiendo su
camisa para
no
gritar de placer.
Yo
estaba en un viaje a otro mundo y terminé casi sollozando de placer, lentamente
comencé a
dejar
de moverme encima de Juan Manuel. Salí de mi trance y me hice a un lado,
buscando mi
cartera
para ir al baño. Mi amiga sonriente me decía mientras me acompañaba. Que rico
te
cogía,
estoy mojada quiero verga, pero me da vergüenza hacerlo aquí, vamos a un hotel.
Padre Miguel: Una prostituta tiene vergüenza pero tú no, eres peor que ella.
Salimos
del night-club, la noche era joven y linda, había muchas estrellas en el cielo.
Fuimos a
un
hotel y cada pareja durmió en su propio cuarto. Fue una fantasía que nunca más
la hicimos.
Que
bella es la vida sintiéndose una mujer amada, deseada, protegida y cogida por
un hombre
de
verdad. Pasaría el resto de mi vida con él, jamás lo engañaría con nadie.
Padre Miguel: Cualquier hombre puede hacer eso.
Malena: ¿Que padre, qué? ¿Amarme, protegerme?
Padre Miguel: Todo, ese hombre no te ama, yo jamás permitiría.
Malena: ¿Que Padre Miguel? ¿Que no permitiría?
Padre Miguel: Que otro hombre te vea fornicando

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