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EN EL BUS


Hacía mucho frio esa mañana, el bus en que se dirigían al sur estaba completo, y no tenía la calefacción en buen estado, por lo que la mayoría de los pasajeros estaba reclamando por esa razón
Como una forma de bajar el nivel de tensión el auxiliar de la máquina puso una película, la que resultó ser de corte romántico.
Ellos se sentaban en el costado derecho del bus, quedando ella hacia la ventana y, obviamente él junto al pasillo, de tal forma de poder protegerla en caso de problemas en el pasillo, además de aprovechar los roces que podrían producirse cuando ella fuera al baño, lo que pasaba siempre un par de veces por viaje.
Para ver la película se abrazaron, pasando el brazo de Tom por el hombro de Judith, mientras que los brazos de ella se entrecruzaban por la cintura de él. Mientras avanzaba la película, el romanticismo se tomaba el ambiente, y la mano de Tom se fue moviendo hacia el pecho derecho de Judith, la que coquetamente se dejaba hacer, ya que la mano estaba tibia y hacía frio, además que a ella le encantaban esas caricias furtivas, especialmente cuando había potenciales testigos.
Del mismo modo que la mano de Tom estaba acariciando el pecho derecho de Judith, la mano de ella comenzó a deslizarse hacia el entrepierna de él, el que comenzó a crecer paulatinamente en la medida que avanzaba el rato, y la atención de ellos se desvió definitivamente de la película a los besos y las caricias, que aunque intentaban ser discretas, ya no eran un misterio para nadie.
Como una forma de evitar las miradas indiscretas idearon una incursión furtiva al baño, para lo que hicieron que ella aparentara sentirse mal, y él la llevó, pero la excusa no engañó a nadie, ya que el bulto en el pantalón de él, y la blusa mal abotonada de ella los delataba más que si hubiesen ido tranquilamente y se hubiesen juntado allá.
Una vez dentro de ese estrecho espacio, en el que hacía más frio que en la cabina del bus, se dejaron llevar completamente por la pasión que los embargaba, besándose con furia mientras las desesperadas manos recorrían los apasionados cuerpos, desabotonando, desabrochando y quitando la ropa rápidamente, para que ella se sentara en la taza y comenzara a mamar la enorme verga de Tom, que al bajar los pantalones quedó completamente a su disposición. La experimentada boca de Judith hacía temblar de placer a Tom, que se encontraba de pie frente a ella y afirmado en las manillas del estrecho y helado baño, en el que la pareja no sentía ya nada de frío.
Luego de un rato, en el que la excitación aumentó casi violentamente, ella se puso de pie, y dando la espalda a Tom, pone frente a la verga su amplio trasero, el que comienza a mover con el vaivén del bus, hasta que con un certero movimiento queda completamente penetrada por ese impresionante miembro que erecto a más no poder, lo que hizo que ambos gimieran de placer, comenzando a moverse acompasadamente durante un rato en el que el nivel de excitación y gozo aumentaba, teniendo a una pareja totalmente transpirada y unida, fundidos en un medio abrazo, con el que mientras se afirmaban con una mano, para no perder el equilibrio, con la otra se acariciaban de forma casi grosera. Pero con la pasión no hay
grosería, solo sexo y gozo, ayudado con caricias, besos, palabras de grueso calibre y una penetración profunda, placentera y rítmica.
Pasaron unos minutos en la incómoda, pero placentera posición en la que se amaban, rato en el que ella acabó un par de veces, fruto de las rítmicas penetraciones y las sucesivas caricias en su clítoris, con lo que las piernas tendieron a flaquear, pero que no sucumbió a la tentación de sentarse, ya que la penetración de esa enorme verga le encantaba, hasta que Tom acabó con una explosión que ocurrió en el fondo de la vagina de Judith, quien dejó escapar un pequeño grito de placer, al tiempo que terminaron de moverse acompasadamente, para quedarse quietos y abrazados.
Unos minutos después, y luego de limpiarse, refrescarse y vestirse, salieron del baño en medio de miradas condenatorias de algunos pasajeros, mientras unos estudiantes que viajaban de vacaciones comenzaban a aplaudirlos por la osadía de ingresar al baño a hacer el amor mientras los pasajeros del bus escuchaban los gemidos y gritos ahogados de la pareja.
Luego de un viaje que pudo hacerse larguísimo y aburrido, llegaron al fin a destino, donde los estudiantes se despidieron haciendo bromas respecto de lo ocurrido durante el viaje, la pasión había servido para entretener a algunos, indignar a otros y dejar muy satisfechos a Tom y Judith, quienes sin embargo, lejos de haber quedado inhibidos por lo sucedido, habían mantenido un nivel de excitación que amenazaba explotar en cualquier lugar, como en la sala de espera del terminal, donde mientras llegaba el taxi que los llevaría al hotel en el que tenían las reservaciones, se dejaron llevar nuevamente aunque sin caricias descaradas ni ropas en el suelo, sino que con besos largos y apasionados.
Luego en el taxi las caricias fueron más directas, dejando al chofer con el deseo al tope, ya que por el espejo había visto los magníficos pechos de ella besados y acariciados por Tom, sin ningún recato ni respeto por nadie. Solo les interesaba su mutuo placer y su pasión.
Una vez registrados en el hotel, pasaron a la pieza donde el joven botones les dejó el equipaje y recibiendo una buena propina, se retiró rápida y discretamente, al advertir la urgencia de la pareja, que apenas se cerró la puerta comenzó nuevamente a besarse y abrazarse, hasta que Judith se escurrió al baño, mientras Tom ponía un canal de música en la TV de la habitación y servía un par de tragos.
La habitación era amplia, con vista a un cerro cubierto con bosque nativo y a un lago que se extendía hasta los faldeos de un volcán. El día estaba despejado y luminoso, por lo que los colores claros de la habitación hacían que todo se viera nítidamente, los adornos finos y de buen gusto, sobre muebles de maderas nativas de hermosos colores, que resaltaban con las cortinas color crema que se juntaban a los costados de las amplias ventanas. La música que sonaba en la TV completaba la ambientación cuando el ruido de la puerta del baño llamó la atención de Tom, quien estaba vestido solo con sus bóxer, y ella salía del baño totalmente desnuda, con los pechos coronados por unos pezones insolentemente erguidos, que invitaban a besar y morder, al igual que el delicado mechón de vello púbico, que a la vista excitaba de forma increíble a Tom. La visión de esa mujer que el amaba y deseaba tanto era espectacular, por lo que en vez de abalanzarse sobre ella, se quedó de pie admirando como ella caminaba
hacia él, hasta que se fundieron en un abrazo y comenzaron a besarse y a recorrerse con las manos en las espaldas de su pareja.
Los besos se fueron trasladando desde las bocas al cuello, mientras las manos seguían bajando a las nalgas, con lo que el bóxer cayó a los tobillos y de ahí al suelo, donde ellos quedaron arrodillados, sobre la mullida alfombra, acariciándose y besándose tierna y apasionadamente, con el nivel de deseo subiendo nuevamente, por lo que tirándose al suelo, Tom de espaldas, y Judith a horcajadas sobre su boca, hacen un 69 largo y placentero, en el que ella mama la verga apasionadamente, mientras el juguetea en el clítoris e introduce sus dedos en la vagina y el ano de ella, lo que los hace caer en un torbellino de placer.
Se mantienen un rato indeterminado en su sesión de placer mutuo, hasta que con un giro hacia el lado Tom tomó a su amada dejándola de espaldas, para montarse de frente a ella y aprovechando la separación y semi flexión de las piernas perfectas de Judith, penetrarla casi violentamente, y hasta el fondo de esa húmeda y cálida hendidura que tanto placer les había regalado en tantas oportunidades, pero que siempre les entregaba nuevas dimensiones de placer.
Mientras Tom se afirmaba del suelo con una mano, con la otra recorría los pechos de Judith, quien aturdida de placer acariciaba el poderoso pecho de su hombre, mientras las embestidas la hacían gritar suavemente, al tiempo que acompañaba el ritmo de las sucesivas penetraciones. La visión de esa pareja tendida, abrazada, apasionada, haciéndose el amor de la forma más salvaje que se podían imaginar, era increíblemente excitante para cualquiera que la estuviera observando, pero esas miradas no existían porque estaban solos en la habitación.
Unos minutos después de mantener un ritmo frenético, en el que las piernas de Judith se separaron más aún, se juntaron y apretaron el poderoso miembro de Tom, para luego volver a separarlas y cruzarlas en la espalda de su amante, él se separó levemente para levantar las hermosas piernas de aquella hermosa mujer, dejando a su disposición todo ese amplio y armonioso trasero, en el que al centro palpitaba ese ano que se aprestaba a ser penetrado profundamente una y otra vez.
En esa posición se giraron sin separarse, por lo que ella queda sentada sobre esa poderosa verga que le entregaba un enorme placer enterrada tan deliciosamente profunda. Judith se movía acompasada sobre Tom quien también estaba sintiendo un placer incontrolable, por lo que en unos instantes alcanzó un largo y profundo orgasmo, entregándole todo sus jugos amatorios dentro del cuerpo de su mujer, la que también alcanzó un orgasmo fuerte y largo, por lo que se dejó caer sobre el pecho de Tom abrazándose larga y calmadamente, para descansar besarse y acariciarse suavemente por un largo rato.
A esa hora de la tarde con el sol bajo, la luz que entraba por la ventana se tornó más luminosa que hasta unos minutos antes, por lo que se incorporaron para mirar el paisaje y sus cambios con los primeros colores del atardecer. Se encontraron de pie frente a la ventana completamente desnudos, y abrazados por la cintura, dado que con la calefacción del hotel no se sentía nada de frío, además que con el placer que se habían entregado mutuamente era difícil que sintieran frío alguno.
Permanecieron juntos en esa posición contemplando los cambios de color del bosque y de la nevada cumbre del volcán, el que con la calma del aire y de las aguas del lago, se reflejaba perfectamente en su superficie, hasta que la luminosa cumbre se transformó en una silueta sobre un cielo azul oscuro, en el que ya se apreciaban numerosas estrellas.
Se ducharon juntos, y se vistieron solo con una bata cada uno, y pidieron comida a la habitación, donde les llevaron una cena compuesta por un pescado al vapor, acompañado por una guarnición de verduras cocidas y un vino blanco helado, para luego servirse de postre un mus de manjar, un café y concluir con una copa de coñac que además de ser un exquisito bajativo, les encendió la pasión nuevamente, por lo que se tomaron de las manos para dirigirse a la cama, en la que se recostaron uno al lado del otro, mientras terminaban su trago y abrazados uno junto al otro veían la televisión sin preocuparse del programa que veían, ya que se encontraban más preocupados de lo que sus manos estaban tocando.
Una vez que las copas quedaron en los veladores, se abrazaron y recomenzaron los besos y las caricias, las que suave y delicadamente recorrían los cálidos cuerpos que yacían uno junto al otro. Sus manos comenzaron nuevamente a recorrer la piel que aparecía entre los pliegues de las batas que a esas alturas se encontraban sueltas y completamente abiertas, dejando a la vista el magnífico cuerpo de Judith, con sus pechos encendidos, su suave vientre y sus hermosas piernas, coronadas por ese delicado mechón de vello que escondía esos labios carnosos y húmedos que rodeaban un orificio que se estremecía de deseo. Tom se encontraba casi totalmente desnudo junto a su amada, ya que la bata solo le cubría los hombros, dejando a la vista su poderoso y amplio pecho, su musculoso y trabajado vientre, que encantaba a su mujer, que lo acariciaba repetidamente. A continuación de ese vientre y coronado por un mechón de vello se encontraba esa poderosa verga nuevamente erecta, y bajo ella un par de piernas que evidenciaban el permanente trabajo de gimnasio que realizaba.
Finalmente las batas quedaron tiradas junto a la amplia cama, y completamente desnudos comenzaron a besarse completamente, mamándose mutuamente las zonas genitales en forma alternada, sin repetir el 69 de la tarde, pero no por eso recibiendo menos placer, hasta que ella quedó tendida boca abajo con todas sus nalgas a disposición de Tom, quien las acarició y besó profusamente, y comenzó a recorrer con sus labios la espalda hacia arriba, llegando al cuello de Judith al mismo tiempo que la penetraba suavemente desde atrás, aprovechando la curvatura de la espalda producida por el placer que le daban los besos y suaves mordiscos que recibía de Tom. Él la penetraba profunda y acompasadamente haciéndola gemir de placer, mientras ella apretaba sus piernas y nalgas produciéndose una penetración con un roce tan intenso que se anunciaba un largo y apasionado orgasmo, el que sin embargo no llegó ya que él se retiró para girarla y quedar de frente a ella y comenzar a besarse profusamente, mientras sin penetrarla rozaba su miembro contra la palpitante vagina, que deseaba fuertemente recibir ese duro y caliente pedazo de carne.
Tom le levantó solo una pierna, con lo que esa caliente vagina quedó completamente a su disposición para ser penetrada profundamente, mientras una pierna quedaba en la cama y la otra afirmada en su poderoso pecho, su verga se introdujo lentamente hasta llegar al fondo de aquel celestial camino al placer, comenzando nuevamente un acompasado movimiento de entrar y salir de ella, aumentando progresivamente el ritmo de las embestidas y con ello el
placer que recibían. Judith levantó la otra pierna, dejándolas ambas contra el pecho de ese hombre que la hacía sentir más mujer que nunca, juntándolas y apretándolas, con lo que junto a la profundidad de la penetración se incrementó la intensidad del roce entre ambos, con lo que rápidamente llegaron a un orgasmo que los hizo contorsionarse compulsivamente, mientras se abrazaban tierna y apasionadamente, hasta quedar juntos, satisfechos y rendidos, uno al lado del otro y aun sin separarse, hasta quedarse dormidos, mientras se reían juntos al recordar lo osados que habían sido al dejarse llevar por la pasión en el bus, cosa que si bien los excitaba nuevamente, con lo satisfechos que estaban se fueron quedando dormidos como si fueran una pareja de amantes que por primera vez se dejaban llevar por la pasión y el desenfreno.

Autor: Anónimo
EN EL BUS EN EL BUS Reviewed by Anónimo on agosto 11, 2016 Rating: 5

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