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Malena CAPÍTULO XIII



Mi Segunda Primera Vez
Padre Miguel: Sigue contando tus pecados.
Malena: Me hizo la cosa más rica por primera vez en mi vida.
Padre Miguel: Que más te podía haber hecho, pecadora.
Malena: Toda mi vida pensé que el sexo era pecado, todo gracias a pensamientos inadecuados
del entorno en que vivía y la educación católica que tuve. No sé por qué toda mi vida pensé que
tener sexo oral era una cochinada, por eso me sentía sucia después de haberle chupado a mi
segundo novio, pero no con Juan Manuel, siento que cuando se lo chupo a él, es con amor. Pero
cuando él quería hacérmelo a mí, le decía que mejor me lo meta, porque me daba vergüenza y
me sentía indefensa.
Juan Manuel vivió en el 21 piso de un edificio en el centro de la ciudad por muchos años. Su
vecino un hombre de más de 50 años vivía con su esposa, mi amiga, y no tenían hijos. El
hombre la había sacado de prostituta y eran felices, eran buenos amigos y nos daban consejos.
Me hice muy amiga de ella, Isabel, más alta y más nalgona que yo, bonita mujer madura. Isabel
me abrió los ojos al sexo de verdad. Aprendí todo de ella, que el sexo oral es lo más normal del
mundo y que yo había estado viviendo en otra época. Le dije a Juan Manuel que me gustaría
que me haga lo que él quiera ahí abajo, sin restricciones, a él nunca le ocultaba nada.
Padre Miguel: Válgame Dios, creí haberlo escuchado todo, hasta con profesora particular de
clases de sexo. Esto va hacia la perdición, no te das cuenta insensata? Que paso después?
Malena: Llegué de la universidad y estaba cocinando algo para mi amor, cuando Juan Manuel
me llamó y me dijo que la esperara desnuda, que estaba en camino a nuestro hogar, que se
moría por hacerme suya.
Yo ya lo esperaba en la cama, desnuda solo medias negras……………
Padre Miguel: Continúa, eres el colmo de la lujuria hecho mujer. Continúa !!
Malena: Juan Manuel entro a la alcoba y sintió el aroma de las velas que iluminaban el cuarto.
Se h hecho a mi lado y me dijo que rico hueles, me abrazo y me toco la espalda tersa. Yo ya no
podía esperar, fui encima de él y lo bese al estilo francés mejor que nadie, le toque los dientes, le
hinche los cachetes con mi lengua.
Me agarro las nalgas con las dos manos y me las acariciaba tan sensualmente que yo me
deshacía, me dijo: “Mis manos están teniendo un orgasmo al acariciar tu nalgas mi vida”.
Me dijo que me tenía una sorpresa, me iba a dar el mejor masaje con final feliz para una mujer.
Me hizo echar de barriga, y me comenzó a echar un aceite caliente que olía rico y me masajeaba
la espalda y los hombros quitándome la tensión y después sus manos en mi cintura, me hacían
temblar, me masajeo todos los dedos de mis pies y sentí sensaciones jamás percibidas. . Me
chupó un dedo del pie y me hizo sentir la sensación en diferentes partes del cuerpo. Lo amé
más que nunca.
Que rico sentir las manos de mi hombre recorriendo mi cuerpo, dejar que me toque donde
quiera porque es mi dueño. Me acaricio las nalgas con ese aceite diciéndome que lo volvían
loco, que eran las más lindas, que estaba enamorado de mí, que me amaba, que yo era la mujer
más bonita del universo. Sus palabras más sus expertas manos calientes en mis nalgas,
acariciándolas, abriéndomelas, me tenía casi a explotar. Sentía que una gota bajaba de mi vagina
hacia mis muslos. Le dije: Méteme tu pinga por favor, mis nalgas quieren tu pinga.
Juan Manuel: Me gusta que aprendas nuevas palabras mi amor.
Padre Miguel: Desgraciado, pervertido e hijo de….., mejor no digo, continua.
Me agarró y me volteo como si fuera una muñeca, sus brazos fuertes me hacían sentirme así.
Estaba echada de frente mirándolo desnudo, su miembro totalmente erecto, yo ya quería ser
penetrada por mi macho. Juan Manual saco un bote de miel y me puso una gota en mis dos
senos, mi ombligo, mis pies y demás puntos vulnerables que él escogió. La última le la puso en
los labios y me beso como nunca, su saliva con miel fue un néctar que bebí de sus labios, yo ya no podía más, le rogué que me lo metiera. Pero el chupo la miel de mi cuello, haciéndome
retorcer en la cama, después se bebió la miel de mis dos pezones, era una tortura estar tan
excitada, rogando por pinga, me pare y le agarre la pinga y me la quise meter a la fuerza, me
beso en la boca y me cargo haciéndome sentar en un mueble. Chupo la miel de mi barriga y
después me comenzó a lamer la vagina en círculos, cada lamida era más rica que la anterior, me
encantaba lo que me hacía, me hacía voltear los ojos, quería verga, no dejaba de decirle: Méteme
tu pinga mi amor, no seas malo, me muero si no me lo metes.
El seguía lamiéndome y cada vez lo sentía más adentro, sentía que su lengua sentía yendo en
círculos y su cabeza se movía, yo le acariciaba la cara y jugaba con su pelo. El me acariciaba los
pezones o me abría las nalgas con sus manos. Su lengua la sentía con más fuerza que nunca, yo
estaba delirando. Se apartó de mí y le dije, Si, Si métemela. El me metió dos dedos en la vagina
y sentí que me sacó el clítoris para afuera porque sentía hasta el aire.
Me chupo el clítoris y fue algo maravilloso, sentí que su lengua era la verga más rica y caliente
que me estaba cogiendo. Me chupaba los labios vaginales, mi clítoris…. Yy …… y me metía y
sacaba su lengua erecta, ya…..ya no pude más, le agarre los pelos y la cabeza y lo jale hacia mí,
yo misma, haciendo que su lengua toque esos puntos de mi clítoris que me estaban haciendo
perder la sensación del tiempo y espacio. Yo manejaba la penetración de su lengua de acuerdo a
lo que mi clítoris sentía. Mi pierna sentía su miembro erecto pero lo que yo deseaba en ese
momento era su lengua. Viaje a un mundo nuevo de clímaxes insospechados. Agarré su cabeza
con mis manos y lo jale hacia mí con más fuerza, su lengua penetrándome y haciéndome suya,
hasta que acabé por completo. Me moje como jamás lo había hecho, me vine sollozando de
placer gimiendo, gritando
Aay..ay, papito, que rico.. siguueeee sigue ya no puedoo, quiero masss. Ahhhhhhhhhhhhhh!!!!
Quede exhausta, Juan Manuel me cargo a la cama, me cubrió con una cobija y se hecho a mi
lado abrazándome yo todavía temblaba. Me sentí mujer de nuevo, satisfecha y feliz. Me sentí
amada. Quede dormida, pero me desperté con remordimiento, Yo no le hice el amor a mi
amorcito. Yo tenía que complacer a mi hombre.

Padre Miguel: ¿Y qué hiciste?
Reviewed by Anónimo on agosto 15, 2016 Rating: 5

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