EUGENIA y SUS LEGGINS MARCADOS
El inicio de ese día aparentaba que sería uno de esos donde todo te sale mal. Le dieron un feo golpe a mi coche estacionado, mi jefe me llamó a su oficina para presionarme por un asunto que no me correspondía, a mi computadora se le dañó la fuente, y además tenía junta en la escuela de mi hija y no podía salir de la oficina. De algún modo alcancé a llegar a la escuela cuando la junta se terminaba, y al menos pude firmar las boletas de calificaciones. Mientras firmaba, muy cerca de mi la mamá de una compañerita de mi hija discutía con la profesora sobre algún asunto. Hasta ese momento puse atención en la señora: cuarentona, con ropa deportiva, actitud desinhibida, muy confiada, guapa, aparentaba ser adinerada, pero... cuando la ví de frente me quedé babeando, traía unos leggins tan ajustados que la tela se metía definitivamente en sus labios vaginales. Un cameltoe perfecto diría yo.
Traté de ser discreto, después de todo estaba en la escuela de mi hija y no quería verme tan perverso observando directo el panochón que se le marcaba a la dama, pero de verdad que la imagen era por decirlo de algún modo, brutal. Esperé a que terminaran su discusión, e incluso me enteré que hablaban sobre el costo de las colegiaturas. La ví irse, un trasero precioso y sin duda bien trabajado en el gimnasio. Sus nalgas parecían invitarme a seguirlas. Cuando entregué las boletas firmadas era ya la 1:30 PM, faltaban 30 minutos para que mi hija saliera, así que me quedé afuera del plantel a esperar su salida.
Mientras esperaba, de la nada apareció detrás de mi de nuevo la dama del cameltoe. Seguro pensó lo mismo que yo y esperaba a su hija. Se paró en la sombra y sacó su teléfono, de nuevo escuché su conversación sin querer: hablaba a un taller mecánico y estaba verificando poder pasar por su coche. Desde ese momento, mi mal día cambió radicalmente para mi y para ella jejeje, cuando noté que no tendrían su coche aún. La serie de eventos afortunados siguió cuando mi hija salió de la escuela charlando precisamente con la hija de la dama, de mas de 30 niños, tenía que ser con esa chica. Nos acercamos simultaneamente a las niñas. Una sonrisa a modo de saludo y ya para despedirse me atreví a decirle que sin querer había oido su charla con el mecánico y le ofrecí acercarlas a su casa en mi coche.
Lo meditó sólo un segundo y aceptó. Ya a bordo del coche nos presentamos, su nombre es Eugenia. Resultó que vivían relativamente cerca de mi trabajo, y lo mejor, ese día tenían planes de ir al cine, y como agradecimiento por el aventón, invitaron a mi hija. Por supuesto que acepté y mi niña se puso feliz, ese día se estrenaba "Avengers". De ese modo dejaría a mi hija en casa de Eugenia, yo iría a trabajar, y al salir pasaría por ellas al cine que por cierto estaba casi frente a su edificio, y además podría ver otro poco esos labios vaginales que se mostraban saltones a mi lado. Involuntariamente mis ojos se desviaban con frecuencia a su entrepierna y lo notó. La sentí un poco incómoda pero no dijo nada. Intercambiamos números de teléfono y las dejé en su casa.
El resto del día se me hizo eterno, quería llegar con Eugenia, incluso salí un poco antes para llegar a tiempo. A unas cuadras del cine recibí una llamada de Eugenia. No habían encontrado entradas para la función de las 4 PM, así que consiguió para las 6 PM, y como yo pasaría por ellas, las había llevado pero las niñas entrarían solas a la función. Le dije que ya estaba frente al cine. Titubeó un poco, y me dijo que podía esperarlas en el estacionamiento del cine, o... ir a su casa y esperarlas junto a ella. Ni pendejo dejaría ir esa oportunidad.
Me estacioné en su edificio y salió a recibirme. Entramos a su departamento. Su esposo llegaba cerca de las 10 PM, y lo mejor, seguía con sus leggins de la tarde. Ví el retrato familiar de ellos, el esposo es un hombre de unos 65 años fácilmente. Mientras me ofrecía un vaso de agua y caminaba frente a mi no podía quitar la vista en cada oportunidad de esos labios vaginales saltones, de ese culo redondo y firme. Por supuesto que lo notó pero ahora ya no la ví incómoda con eso, incluso me pareció más atrevida y locuaz.
¿Cómo llegamos a la charla? no lo sé exactamente, pero después de unos escasos 30 minutos me platicaba de su gusto por vestir sexy, por hacer ejercicio y sentirse buena, que su esposo no lo agradecía, y el punto central: es una mujer insatisfecha. No puedo presumir que la seduje, fué todo lo contrario. Supongo que traería una abstinencia sexual prolongada, o tal vez le excitó saberse admirada y mi vista inquieta le agradó (a las mujeres les gusta saberse deseadas), tal vez le agradé, tal vez notó mi erección involuntaria, o quizas fantaseaba con revolcarse con alguien fuera del matrimonio, o tal vez fué una combinación de todo esto, pero ella inició todo. Al poco tiempo un beso muy húmedo y sensual en su sofá, un apretón a mi pene seguido de un aaahhh muy sensual, mis manos recorriendo ese delicioso culo, bajar delicadamente ese malloncito hasta sus rodillas, inclinarme lentamente hasta su húmeda entrepierna y empezar a lamer ese monte que se me mostraba perturbador.
Lo siguiente dejó de ser delicado, de hecho la chupada de sus genitales fué lo último que hicimos con suavidad. Cuando ella se inclinó a chuparme el pene ya era una hembra en celo frenética, ansiosa de satisfacerse. Sus mamadas no fueron nada lentas ni delicadas, fueron compulsivas, tratando de meterse mi grande hasta la garganta. La punta de mi pene chocaba con su traquea, pero no dejaba de intentar meterla mas. Succionaba mis huevos con energía, lastimando incluso un poco. Me costó en verdad trabajo no eyacular por la velocidad con que engullía mi pene, las vértebras de su cuello parecían estar sueltas del modo que las movía.
Como entenderán, no había un condón a la mano, pero eso no impidió nada. Su depilada panocha engulló de golpe todo mi pene, hasta dejar sólo mis huevos apretados entre nustros cuerpos, y al decir de golpe, es literal, se escuchó ese chasquido clásico de sus nalgas contra mis ingles al tiempo que para no gritar, ella mordía un cojín de su sofá y empujaba su culo con fuerza hacia mi. Sabía que su principal atributo es ese hermoso culo y por eso quiso que empezara a penetrarla a gatas. La vista fenomenal que ofrecen las mujeres en esa pose es increible. Abrí sus nalgas para apreciar su sonrosado ano y en los instantes que tenía toda mi verga dentro parecía hincharse y al sacarla regresaba a su estado inicial. El modo en que su ano se hinchaba y retrocedía voluptuosamente parecía pedir retribución, y de vez en vez le sacaba la verga para lamer ese culo rosita, y volvía a metérsela
Después de un rato la tumbé boca arriba y levantando sus piernas en mi pecho seguí empujando y sacando mi pene de su panochita. No se cómo lo hagan algunas mujeres, pero Eugenia tiene esa capacidad de contraer sus músculos vaginales a su antojo para apretar el pene mientras lo tiene dentro, es sorprendente. Cambiamos de pose varias veces, cojimos de pié, de perrito, de cucharita, con ella montándome, entre otras, pero la mejor fué una que nunca antes había hecho. Practíquenla, se los recomiendo, duele un poco pero se siente muy rico: el hombre debe tumbarse de espaldas en el sofá, de modo que sólo la espalda quede apoyada, levanten las piernas hasta su pecho y sosténganlas ahí, quedarán enseñando el culo, la mujer debe tomar el pene, enderezarlo hacia el techo e introducírselo "sentándose" en él. Quedarán trasero con trasero, los huevos apastados, el pene doblado hacia abajo, duele un poco pero tengan por seguro que a ellas les encanta, ya que controlan todo, la velocidad, la profundidad, el esfínter que prefieren para cojer, les dá por mover el culo haciendo círculos que las hace gritar de placer y seguro que se vienen ya que tienen todo el control.
De hecho ya cuando hicimos esa pose Eugenia se había venido dos veces antes, y con esa fué la tercera pero la que más gozó. Para ese momento eran las 7:45, estábamos totalmente desnudos ambos, muy sudados, con mi semen embarrado por todos lados, olor a sexo inundando el ambiente de su sala. De algún modo, hasta su mesita de centro llegó una proyección de mi semen que salpicó su vaso con coca cola y el cristal del mueble. Pero era ya hora de salir por las niñas, la función estaría terminando. Me limpié lo mejor que pude, me vestí y salí por las niñas, de hecho me fuí caminando por ellas ya que como mencioné, el cine esta bastante cerca. Con ambas niñas todas alocadas por los avengers volvimos y me encontré ya la sala perfectamente arreglada, no olía a sexo porque perfumó el ambiente y abrió las ventanas, pero... su esposo llegó temprano y ya estaba en casa, y de hecho estaba con Eugenia charlando en la cocina.
Me lo presentó y me invitó a sentarme en el sofá que momentos antes había usado para penetrar a su esposa. Me dí cuenta que no había limpiado el vaso y la mesita, seguía el residuo de semen escurrido por fuera del vaso hasta la base. Creo que simultáneamente lo vió Eugenia y sin nerviosismo, discretamente lo tomó y se lo llevó a la boca, pero no para sorber un poco de refresco, sino para limpiar el vaso con la mano.
No me pregunten porque... no lo sé, pero tuve una erección tremenda cuando el esposo de Eugenia le quitó el vaso (supongo que ya casi limpio de semen, pero aún con algo de refresco) y también tomó un trago de bebida, parecía con sed. Sin quererlo también se bebió un poco de mi fluido seminal, una cantidad insignificante sin duda, pero también lo hizo. Lo poco que había embarrado en el cristal de la mesita de centro, Eugenia lo limpió con una servilleta de modo muy discreto.
Nos despedimos de ahí agradeciendo su amabilidad de invitar a mi hija al cine y yo interiormente agradeciendo el cojidón que le dí, además recapacitando en algo: lo que parecía un día nefasto se convirtió en uno de los mejores que recuerdo recientemente. He vuelto a verme con Eugenia pero fuera de su casa, en algún hotelito, y cada que algo me recuerda la película "Avengers" tengo erecciones involuntarias por ese estreno que no ví pero si que me disfrute.
EUGENIA y SUS LEGGINS MARCADOS
Reviewed by Anónimo
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agosto 01, 2016
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