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Malena, una mujer de fuego - CAPÍTULO IV


No podía dormir en las noches pensando en que este juego no podía seguir continuando,
cuando llegaba a casa después de confesarme mis calzón todavía estaba húmedo, debía
terminar este juego porque se estaba convirtiendo en una obsesión peligrosa por contar mi
sexualidad.
Mi amiga y yo estábamos tomando un helado con dos chicos en la plaza principal del pueblo.
Eran amigos de mi amiga y uno de ellos quería estar conmigo. Estaba vestida con minifalda
negra y blusa rosada con escote profundo. El pendiente de la cadena que llevaba en el cuello
terminaba casi descansando en la unión de mis senos. Estaba sentada en una banca con las
piernas cruzadas y podía ver las miradas libidinosas de chicos y de otros hombres que pasaban
por la plaza. Desde muy joven me gustaba que los chicos me miren y suspiren por mí. Me
gustaba cacharlos viéndome los senos o las nalgas, me hacían sentir linda, deseada.
El chico que quería estar conmigo era atractivo y quería llevarme a pasear, pero nada me
parecía divertido, quería seguir contándole mis cosas al Padre Miguel: Pretendí estar mal, me
despedí de todos y me dirigí a la iglesia.
Busque al Padre Miguel en la iglesia, solo había unas cuentas personas rezando. Toque la puerta
que daba a su oficina. Abrió la puerta y no pudo ocultar su sorpresa.
Malena: Buenas tardes padre. Quisiera confesarme.
Padre Miguel: Espérame en el confesionario, voy en un rato.
Espere impaciente, me senté en una banca al lado del confesionario. El padre Miguel paso a mi
lado, me miro y en sus ojos pude ver que me miraba el cuerpo de abajo para arriba hasta parar
en mis senos por un par de segundos. Lo seguí y me arrodille en el confesionario.
Padre Miguel: Ave María Purísima
Malena: Sin Pecado Concebida.
Padre Miguel: Dime tu pecado.
Malena: Carlos Andrés mi novio en la capital, manejaba a la cima de un cerro donde no había
nadie y ahí seguimos utilizando su carro como nuestro nido de amor. Nos besábamos y
tocábamos nuestros cuerpos, casi siempre yo encima de él rozando con mi vulva su miembro
protegido por el pantalón. Me sacaba el brassiere y el calzón y él nunca se bajaba el pantalón a
pesar de que le pedí, casi suplique que este en calzones cuando nos acariciáramos. Pero su
disciplina de no tener sexo conmigo hasta que cumpla los 18 era inamovible.
Malena: Sácate el pantalón, te prometo que no te voy a pedir que me lo metas, quiero sentirlo
mejor.
Carlos Andrés: No, es peligroso, yo soy el que no voy a poder contenerme de cogerme este
lindo culo y te lo voy a meter. No quiero ir a la cárcel.
Malena: Yo no le voy a decir a nadie, no tengas miedo.
Carlos Andrés : He dicho que no.
Carlos Andrés era tosco, no me acariciaba el cuerpo, me lo manoseaba. Me agarraba las nalgas
toscamente, me chupaba los senos casi haciéndome doler y hablaba groserías. Al comienzo me
chocaba pero mi calentura me hizo acostumbrarme a ese trato y yo misma pedirle que me
chupe las tetas, para venirme sentada frotándome en su miembro que se ponía duro cada vez
más. Sentir el calor de sus manos en mi cuerpo me ponía más caliente.
Algunas veces tenía un orgasmo pero otras no, porque cuando yo estaba súper excitada y con
ganas de seguir rozándole su masculinidad él terminaba en su pantalón y se acababa todo, yo
terminaba dándome un baño con agua fría cuando llegaba a casa…………..A veces me daba
ganas de llamar a mis amigas e ir a una discoteca a bailar y conocer gente, pero no lo hacía.
Estaba obsesionada con Carlos Andrés y no quería que nada afecte nuestra relación,
quería…….……………..
Padre Miguel: Porque no continúas. Que paso cuando cumpliste los 18? Por fin buscaste lo que
encontrabas que era perder tu virginidad por placer sin amar?
Malena: Me sentía enamorada.
Padre Miguel: Una cosa es estar enamorada y otra es amar. Continúa.
Faltaba un día para que tome lo que le ofrecí desde el primer día. Esa noche no tenía sueño
pensando en él y fantaseando en cómo me haría suya. Me serví un vaso de leche y me encerré
en mi cuarto a ver una película erótica que una amiga me presto para estar preparada para el
día siguiente. Era una historia de amor italiana en donde los amantes apasionadamente, se
besan, se desnudan y se hacen el amor comenzando con sexo oral. Ver como ella se metía un
miembro grande a la boca me excitaba de sobremanera. Me dormí pensando en que yo haría lo
mismo al día siguiente.
Llegó el gran día y me fui a hacer compras, Carlos Andrés me comentó que las medias negras
en una mujer lo excitaban más que nada. Me compre unas medias bonitas para complacerlo.
Después fui al salón de belleza a hacerme el pelo y las uñas.
En la noche me prepare para verlo: Tomé un baño de espumas, mientras me secaba me miraba
en el espejo mi vello púbico que quedo bonito después de rasurármelo, no quería dejar el más
mínimo detalle para gustarle a mi hombre. Me sentía hermosa, me puse crema a todo el cuerpo,
la suavidad de mi piel parecía de seda, llegue a mis senos y les apliqué la crema. Pensé en el
miembro de Carlos Andrés y me acaricie los pechos sensualmente, cerrando los ojos y
mordiéndome los labios. Me sacudí para salir del trance y me apure en vestir y pintar.
Esa noche hacia frio, me puse un abrigo al salir de la casa. Me senté en el carro, le bese en la
boca y lo acaricie con mi lengua. El me respondió, acariciándome las piernas.
Carlos Andrés: que rico hueles, te pusiste algo sexi debajo del abrigo?
Malena: Tengo una sorpresa para ti.
Llegamos a su apartamento. El ambiente era preciso para amarse, los leños gruesos de la
chimenea crujían con el fuego y calentaban el cuarto en ese invierno. Me comenzó a comer a
besos. Le bese el cuello, le lamí la oreja y le susurre:
Malena: Vamos a la cama mi rey.
Me siguió a su alcoba, me pare frente a él y me desabotone lentamente el abrigo y lo deje caer,
lo único que tenía puesto eran las medias negras que él quería que me ponga. Se quedó en
trance al ver mi cuerpo desnudo. Me di una vuelta moviéndome sensualmente. Él se sacó la
camisa y me jalo hacia él. Sentí su aliento, mis pezones rozaban su pecho, me peque más a él y
sentí su hombría rígida rozarme abajo. Le puse mis manos en su cuello le mordí suavemente los
labios y lo bese con pasión. El me respondió besándome desenfrenadamente, acariciando mis
nalgas.
Carlos Andrés: Que rico culo tienes, Me haces doler los huevos de ganas de meterte mi verga.
Sentir su lengua entrando a mi boca era un preámbulo de lo que me estaba a punto de suceder.
Ya no sabía lo que estaba pensando, solo quería ser tomada, poseída, cogida. Me tenía excitaba
al extremo de la locura. Me agarro mi mano y la puso en su miembro
Carlos Andrés: Agarra lo que te voy a meter, antójate, deséalo.
Malena: Yo no puedo más……..Ya no puedo, cógeme por favor.
Nerviosamente le desabroche y le quite su pantalón, solo quedo en calzones, su miembro
parecía inmenso, estiraba la tela de la prenda, se lo baje con las dos manos. Ver su pene erecto
por primera vez, causo que una gota rodara por mi muslo. Por un segundo pensé en el pene de
mi primer novio y este era el doble de largo y más grueso. Lo acaricie con mis manos, no pude
resistirlo, abrí mi boca y quise lamerlo, pero él me detuvo.
Malena: Quiero meterlo en mi boca, por favor!
Carlos Andrés: No!!! Quiero que seas la madre de mis hijos y ella no puede chupar una verga.
Me eche en la cama y por un segundo mi excitación se paró, pensando en lo que me estaban
proponiendo y que yo nunca iba a poder chupársela cuando me moría de ganas de hacerlo.
Lo rico de su lengua lamiéndome la vulva y el calor de sus manos acariciándome los senos me
sacaron de mi pensamiento. Me estaba derritiendo de ganas. Me levanto con sus brazos fuertes
y me acostó en el centro de la cama, mi cabeza apoyada en la almohada. Vino a si a mí y
comencé a jadear de ansiedad, contando cada segundo que faltaba para recibirlo.
Encogí mis piernas mostrándole y ofreciéndole mi feminidad como un signo de mi entrega
total. Se quedó mirándome con lujuria, mojándose los labios con su lengua.
Saco un condón de su mesa de noche y se lo coloco. Apretó un bote de lubricante y se lo hecho
en una mano. Paso su mano por su miembro esparciendo el lubricante que lo hacía ver más
grande y brillante. Ver ese enorme miembro a punto de entrar dentro de mí, me estaba
volviendo loca de placer.
Sentí el palpitar de mi vulva como si estuviera invitando a su falo a penetrarla.
Carlos Andres: Quieres que te lo meta?
Malena – Hazlo! Por favor, te suplico, ya no puedo aguantar…. no seas malo.
Yo abría y cerraba las piernas por la excitación, me estaba escociendo mi vagina. Se puso en la
posición para penetrarme, yo cerré los ojos para recibirlo, pero me los hizo abrir grandes
cuando me penetró con fuerza. Sentí un dolor agudo pero con cada movimiento que hacia
sacándola y metiéndola, sentía que lubricaba más el dolor paso. Cada vez que hundía su falo en
mi yo le respondía como una hembra en celo. Parecía que me estaba partiendo en dos de placer.
Gemía con los ojos entreabiertos, me sentía poseída por su falo. Cada nueva embestida me
causaba más y más placer.
Carlos Andrés: Te gusta cómo te cojo?, Te gusta mi verga?, quien es tu macho?
Malena: Que rico me coges papacito. Si tú eres mi macho y yo soy tu hembra , me encanta la
verga, tu eres mi macho. Ayyyy, aaahhhh que rico penneee…Oh my God……quiero
mas….quiero mas...
Carlos Andress: Te gustaría la verga de alguien mas?
Malena: No, solo la tuya papacito, tu verga es todo lo que quiero, me matas….sigue asi, asi que
rico, que rica pinga….. que rica pinga……ahgggggg, ayyy, aayy.

Agarré su mano y me metí dos dedos a mi boca, los comencé a chupar, cerré los ojos pensando
que sus dedos eran su falo, chupe los dedos con éxtasis con placer mientras él me embestía
haciendo gemir y gruñir de placer.
Cuando era adolescente vi en la hacienda de mi Padre como una yegua era cruzada por un
caballo y me causo excitación. Yo también estaba como la yegua, a su merced, sometida, sentí lo
que debe sentir la yegua. Estiré las manos y le toque las nalgas, quería jalarlo hacia mí para
ayudarle a metérmelo todo. Sentir sus testículos estrellándose contra mis nalgas, cada vez que
hundía su falo dentro de mí me hacía gritar de placer. Parecía que me tenía clavada a la cama
con su miembro. Cada vez que me embestía, yo levantaba las nalgas para recibirlo y encontraba
puntos de mi clítoris que me producían un goce descriptible. Podía sentir mi vulva apretando
su falo y comencé a ascender hacia el clímax.
Lo metía y sacaba más rápido y con más fuerza, estaba entrando a otro nivel de placer, cuando
sentí su pene salir de vagina. Se echó a un lado, yo estaba jadeando.
Carlos Andrés: Uff, eres lo máximo, que rico coges. Te gustó?
Malena: Aaa…. Aaaaa. Ah, ahhhh, si pero quiero más por favor.
Me volteé a un lado. Sentí que mi clítoris estaba palpitando por falta de pene. Comencé a
temblar, me sentía estúpida, frustrada.
Lo odie en ese momento, el hambre de sexo que tenía me hacía morir de rabia e impotencia. Las
sabanas estaban mojadas con pequeñas manchas de sangre. Mi clítoris seguía palpitando. Me
escocia mi cosa. Sentí en ese momento ganas de cualquier hombre que tenga deseos de
metérmela, no me importaba grande, chica, gorda, flaca yo quería ser poseída de nuevo, yo
quería ser tomada, poseída, dominada por cualquier pene.
Lloré y me desahogue, pero todavía esta excitada. Me acerque a él y le comencé a acariciar su
pene y a meterle mi lengua a su boca. El me aparto la mano.
Carlos Andrés: Una vez es suficiente, tienes que comportarte como una mujer decente.
Me llevo a casa y no hablamos en todo el camino. Me dejo temprano porque tenía una reunión
en una Discoteca.
Vi partir su carro, presentía que iba a emborrarse y coger con otra chica esa noche por eso no me
hizo de nuevo. Varias chicas del club entre ellas mis amigas, le ofrecían las nalgas, todas querían
probar su pene. Me entro celos, impotencia y rabia. Me encerré en mi cuarto a llorar.
Me dormí odiándolo, pero me soñé con él, estábamos los dos desnudos en la cama como en la
película. “Yo le chupaba el pene y él me lamia la vagina”. Desperté completamente mojada con
ganas de llamarle.
Padre Miguel: Que paso después? Seguiste pecando con él. Sigue contando tus pecados.
Malena: Me tengo que ir.
Padre Miguel: Quédate un rato más. Desahógate
Me pare y sentía que me observaba los senos a través de la malla del confesionario.
Malena: No puedo, necesito cambiarme de ropa.
Salí de la iglesia, incomoda, mi calzón estaba mojado.

 Malena una mujer de fuego - CAPÍTULO IIMalena una mujer de fuego - Capítulo I y el CAPÍTULO 3



Reviewed by Anónimo on agosto 03, 2016 Rating: 5

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