Malena, una mujer de fuego
- CAPÍTULO VI
Llegue
a la Iglesia temprano, el Padre Miguel, ya me esperaba en el confesionario, me
arrodillé
y pude sentir su
aliento pesado y como rastreaba mi perfume con la nariz.
Padre Miguel: Ave María Purísima. Continúa diciéndome tu pecado:
Malena: Sin pecado concebida, esta apurado?
Padre Miguel: Quiero acabar con esta historia. ¿Obtuviste tu orgasmo?
Malena: Fui a visitar a mi psicóloga porque me sentía frustrada y
decepcionada de los hombres,
No
entendía porque no podía obtener un orgasmo con un hombre como lo hacían mis
amigas.
Era
mayor de edad y los únicos orgasmos que tuve fue masturbándome, complaciéndome
yo
sola.
Me sentía avergonzada de ser mujer y querer llegar a un clímax.
Padre Miguel: Que te dijo la psicóloga?
Malena: Me dijo que querer tener un clímax era mi decisión y que no
había nada de malo en
eso.
También aprendí de ella que mi problema era mala suerte, los dos hombres con
los que
tuve
sexo eran eyaculadores precoces.
Padre Miguel: ¿Qué paso después? ¿Seguiste con ese poco hombre?
Malena: Decidí darle una última oportunidad a Carlos Andrés.
Fuimos
a bailar a una discoteca y después me llevó a un Motel. Era la primera vez que
iba a
dormir
fuera de mi casa y quería que sea especial. Lleve un negligé negro para darle
una
sorpresa.
Carlos
Alberto llevo una botella de Vodka y comenzó a beber diciendo que el alcohol le
haría
durar
más en el acto sexual. Le pedí que me sirviera un vaso, me lo tomé y me gusto
la
sensación,
me tome otro y me sentía borracha pero cachonda y atrevida. Quería bailar para
él.
Le
pedí que se desnudara y me esperara en la cama.
Puse
mi blusa encima de la lámpara de noche para hacer más tenue el cuarto pero que
me
pueda
observar. Fui al baño a ponerme perfume y cambiarme.
Salí
del baño y él estaba desnudo echado en la cama. Puse música suave y comencé a
bailar
sensualmente.
Tenía puesto el negligé negro y solo tanga negra. Mis senos se podían ver en su
totalidad
a través de la transparencia del tejido negro del negligé.
Carlos
Andrés: Baby que ricas tetas, me matas, que rico bailas, ven a la cama para que
te coja
Malena: ¿Te gusta mi cuerpo?
Carlos
Alberto: Que linda eres mi amor, (agarrándose el pene), quiero meter esto en tu
cosita.
Me
saque el negligé y me quede solo con tanga, su pene comenzó a crecer. Me
gustaba excitarlo.
Ver
su cara mirando mi cuerpo, apreciar la belleza de mis formas, me ponía la
libido por las
nubes.
Carlos
Andrés: Eres una Diosa mi amor, ven que te voy a meter la verga, sácate la
tanga, te
quiero
coger.
Camine
bailando hacia la cama, mi única fijación era su miembro que creció hasta estar
completamente
parado. Me veía venir hacia él y se agarraba el miembro mordiéndose los labios.
Poder
causar eso en un hombre me hacía sentir una hembra de verdad. Estaba demasiado
excitada,
gotas comenzaron a chorrear por mis muslos.
Me
metí a la cama a cogerlo. Le bese el cuello, las orejas, le metí mi lengua a su
boca, luego le
pase
mis senos por su pecho, baje hasta sus testículos para rozarlo con mis pezones,
él se
regocijaba
de placer. Después pase mi lengua por su pecho hasta detenerme en sus
testículos y
lamérselos.
Luego mi lengua jugando con la punta de su pene a través del condón, le hacían
gruñir
de placer. Yo gemía como una niña malcriada, mientras se lo chupaba. Mis muslos
estaban
mojados.
Me
levanto con fuerza, me tiro de espaldas a la cama y vino encima de mí.
-
Carlos Andrés: Abre las piernas que te voy a meter la verga.
-
Malena: Déjame estar encima por favor.
-
Carlos Andrés: No, a mí me gusta dominar a las viejas así.
Abrí
y levante mis piernas todo lo que pude para recibir su falo y gozarlo dentro de
mí. Me
introdujo
con fuerza, sentí el grosor de su miembro rozarme las paredes de mi vulva y
gemí de
placer,
casi gritando. Me comenzó a coger con más fuerza me agarraba las nalgas y
empujaba
para
meterlo todo. Mi clítoris comenzó a responder al ritmo de las penetradas. Me
besaba el
cuello
y también me chupaba los senos. Me hizo lubricar más de la cuenta, parecía que
mojaba
la
cama.
- Malena: Que rico, me matas. Ahhaaaaaaaaa, me gusta tu verga Papacito.
-
Carlos Andres: Que rico culo tienes, tu coño es caliente, … caliente, que rico
es cogerte.
-
Malena: Dame más, quiero más, lo quiero todo, ahhh….aaa….ahha
Le
agarre las nalgas y comenzó a embestirme con fuerza, yo también respondí
moviéndome y
acomodando
su miembro dentro de mí y casi sollozando de placer, en eso sentí su venida a
través
del condón.
Otra
vez quedaba hambrienta de sexo, mi clítoris palpitaba, pero esta vez mi
dignidad era más
grande
que mi calentura. Me pare y fui a darme un baño de agua helada. Esta vez no
tenía
ganas
de terminar con mi mano. Salí del baño y él estaba durmiendo.
Pedí
un taxi, me vestí y me fui con nauseas, lo que estaba viviendo era una broma de
mal gusto.
Le
llame al día siguiente y le dije que nunca más me buscara. En la escuela
católica y en mi
hogar
me enseñaron que una señorita no debe decir malas palabras, pero no pude
contenerme y
le
grite.
Malena: Hijo de Puta… desperdicio de hombre dotado. Si un día te dije
que tu verga me
gustaba
era porque no conocí otra. El hombre con la verga más chiquita, seguro que me
cogería
mejor
que tú.
Esa
noche pensé mucho. Yo soy una mujer que provoca a todo hombre. Me desvisten con
la
mirada
en las calles. Me mandan piropos que me hacen sonrojar, una vez un chico
guapísimo
tiró
su chamarra al suelo para que yo no pise lodo y yo no le hice caso por estar
con este
pendejo.
Malena: Padre Miguel No podía entender mi mala suerte en el amor y el
sexo. Estaría pagando
los
pecadillos que cometí de chiquilla?
Padre Miguel: ¿Cómo mostrarme las piernas y los senos y hacerme dudar de mi
vocación?
Malena: A usted le gustaba mirarme.
Padre Miguel: ¿Que paso después, conociste a otro hombre?
Malena: Si
Padre Miguel: ¿Encontraste lo que buscabas?
Malena: Encontré el amor
Padre Miguel: ¿Te pregunto si obtuviste el orgasmo que tanto querías?
Malena: Me da pena contarle.
Padre Miguel: No me cuentes hoy día, necesito hacer algo.
Vi
salir al padre Miguel del confesionario caminando raro, parecía que tenía una
erección yo
también me sentía rara.

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